La vida es una secuencia de emociones y el teatro un buen lugar para verlas. La vejez, es un paso inevitable e imprescindible, aprender a amarla como se ama a la niñez o a la juventud más lozana, en nuestra sociedad, es una tremenda tarea. Provocadoramente te propongo con “Me vuelvo a casa” que transitemos juntos esta experiencia de amar tu propia vejez, la de tus padres, la de tus cercanos. Defendamos también, definitivos, la bandera de la intercultaridad en este único hogar llamado Mapu, Gaia, Pachamama, Planeta Tierra. Este barco genial que danza en armonía perfecta con el Universo.