El texto de “La vida terrenal” de Santiago Loza relata el derrotero de una mujer (Irene)
que tuvo otro cuerpo, diferente al que conocemos. Es el relato del distinto de aquel que
se sale de la norma. Ella, sin proponérselo, pone en crisis los pactos originales de viejos
paradigmas. Lo hace relatando su origen alienígena y su experiencia en la Tierra.
Desconoce también que en su relato reside el verdadero propósito de su misión: develar
la existencia de un cuerpo no ortodoxo, un cuerpo sin miedo ni límites, infinito. Un
cuerpo que podría ser de otro planeta a no ser que nos animemos a deconstruir el
nuestro. Irene invita a imaginar otro mundo.